lunes, 19 de octubre de 2009

Negocios energéticos

Hace pocos días Lucio di Matteo publicó un libro titulado "Gracias, Nestor" La política de los negocios. Los Socios del Holding Kirchner: Rudy Ulloa, Lázaro Baez, Cristobal López, Enrique Eskenazi. Según se enuncia en la contratapa el autor "cuenta por primera vez el modus operandi de los socios del poder político en la Argentina."

Si bien el relato central gira en torno de los cuatro empresarios nombrados, también menciona a otros personajes que se mueven en el entorno del poder aprovechando las oportunidades que se presentan en un ambiente en el cual los "negocios de amigos" parece una actividad cotidiana y natural.

Entre esos personajes figuran algunos nombres nuevos en el sector energético y otros que tienen una trayectoria de varios años.

Marcelo Midlind -sobrino de Hector Timerman- es uno de los empresarios que incursiona desde hace pocos años en actividades energéticas, favorecido particularmente por el retiro de accionistas extranjeros de compañías locales producto de los efectos de la crisis del año 2001.

En el libro se relata como se produjo el acercamiento de Midlind al círculo de negocios favorecidos por el poder político, permitiéndole la adquisición de participaciones importantes en compañías como Transener S.A. y Edenor S.A. Según el autor el accionar de Midlind en la compra de acciones de la primera de las compañías nombradas fue facilitada por Roberto Lavagna, en ese entonces Ministro de Economía y titular de la consultora Ecolatina. Para ello "un empleado de Ecolatina pasó por la oficina de Dolphin (la empresa de inversiones de Midlind) a vender un servicio de u$s 500.000" que en un principio Midlind rechazó por considerlo un valor excesivo. Finalmente el empresario "contrato" los servicios del "Enrique Quique Devoto, el consultor energético que Lavagna le recomendó para hacer su presentación a la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, y logró que le aprueben su entrada en Transener."

Enrique Devoto había sido Secretario de Energía de la gestión ministerial de Lavagna durante el gobierno de Eduardo Duhalde, y fue reemplazado por Daniel Cameron cuando asumió Kirchner la presidencia de la Nación.

Antes del desempeño en ese puesto, Devoto fue miembro del Directorio del Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE), cargo que ocupó desde el año 1993.

Durante la primera época de la gestión de Cameron se revisaron dos actos administrativos realizados por Devoto durante su permanencia en la Secretaria de Energía: a) modificación (addenda) de un contrato de construcción, operación y mantenimiento (COM), entre EBISA y LITSA, de un electroducto por el segundo tramo del sistema de transmisión de Yacyretá; b) estudios del proyecto hidroelectrico binacional -Argentina-Brasil- Garabi. Esta revisión esta registrada en varios documentos producidos durante el año 2004 y que integran los expedientes 11.847/2002 y 12.336/2002 del ENRE. Entre ellos cabe citar informes de EBISA del mes de junio de 2004, nota SE Nº 605 del 24 de junio de 2004, Acta de Reunión de Directorio Nº 86 de Emprendimientos Energéticos Binacionales S.A. (EBISA) del 22 de octubre de 2004, y Acta de Asamblea Extraordinaria de Accionistas Nº 7, del 4 de noviembre de 2004.

Respecto a la modificación del contrato COM entre EBISA y LITSA lisa y llanamente implicó una ampliación de 120 meses del pago de la obra fundada en que la devaluación del peso resultado de la salida de la convertibilidad habría implicado una perdida patrimonial de la segunda compañía. El tramite de la validación de dicha modificación se realizó en un tiempo record: entre las 18,30 hs del 6 de enero de 2003 y las 13 hs del 7 de enero fue confeccionada la addenda, suscripta por los representantes de ambas compañías y aprobada por la Asamblea de Accionistas de EBISA; y ese mismo día fue homolagada por la Resolución Nº 38/2003 del Directorio del ENRE.

En el Acta de Asamblea Extraordinaria de Accionistas Nº 7 del 4 de noviembre de 2004, luego de revisar los antecedentes, se decide en primer lugar dejar sin efecto la addenda al contrato COM celebrada entre EBISA y LITSA dado que "carece de sustento conceptual técnico y económico adecuado"; y en segundo lugar se deja constancia que "existen elementos de juicio objetivos que permiten poner en duda que los estudios vinculados con el Aprovechamiento Garabí, contratados en marzo de 2003 por EBISA (cuando Alberto Devoto era Secretario de Energia y Dario Arrue -funcionario del ENRE- era Subsecretario de Energia Electrica y Director de EBISA) tengan una calidad acorde con los montos abonados"...."Entre los elementos de juicio cabe señalar los siguientes: a) no hay una clara justificación de la selección de las instituciones a las que se invitó a cotizar. no hubo previamente un análisis de la capacidad técnica de esas instituciones; b) El plazo para la preparación de las propuestas fue de seis días corridos, lo cual impedía la obtención de ofertas tecnicamente válidas, ya que los oferentes no tuvieron tiempo suficiente para analizar los antecedentes disponibles; c) ninguno de los oferentes presentó información acerca de qué profesionales afectaría a cada tarea. Se desconoce el equipo de trabajo que efectivamente realizó los estudios; d) los terminos de referencia son imprecisos en cuanto a la información a proporcionar a los oferentes; e) el pliego licitatorio no estableció el plazo de ejecución de los trabajos; f) los plazos ofertados son extremadamente exiguos frente a la magnitud de los trabajos contratados. Todas las ofertas seleccionadas había ofertado realizar las tareas en sesenta días. Teniendo en cuenta los montos contratados y los precios habituales, debieron haberse afectado mas de cuatrocientos profesionales; g) los oferentes no entregaron una programación de los trabajos.

En resumen estos argumentos vienen a explicitar que no existen fundamentos para justificar el pago de $ 7 millones que se habría realizado por esta contratación.

sábado, 20 de junio de 2009

¿Qué nos une?

Y la ciudad ahora es como un plano
De mis humillaciones y fracasos;
Desde esta puerta he visto los ocasos
Y ante este mármol he aguardado en vano.
Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
Me han deparado los comunes casos
De toda suerte humana, aquí mis pasos
Urden su incalculable laberinto.
Aquí la tarde cenicienta espera
El fruto que le debe la mañana;
Aquí mi sombra en la no menos vana
Sombra final se perderá, ligera.
No nos une el amor sino el espanto;
Será por eso que la quiero tanto.

De "Para las seis cuerdas"
Jorge Luís Borges

Hanna Arendt

“Incluso en la más oscura de las épocas tenemos derecho a esperar algún tipo de iluminación que bien podría venir menos de las teorías y los conceptos que de la luz, incierta e intermitente, y a menudo muy débil, que algunos hombres y mujeres, en sus vidas y obras, han de encender bajo casi cualquier circunstancia, protegiéndola a través del lapso que les ha sido otorgado en la tierra.”

Hanna Arendt

“Incluso en la más oscura de las épocas tenemos derecho a esperar algún tipo de iluminación que bien podría venir menos de las teorías y los conceptos que de la luz, incierta e intermitente, y a menudo muy débil, que algunos hombres y mujeres, en sus vidas y obras, han de encender bajo casi cualquier circunstancia, protegiéndola a través del lapso que les ha sido otorgado en la tierra.”

viernes, 24 de abril de 2009

Una mirada al futuro del sector energético argentino

A partir de la crisis de los años 30, las economías mas desarrolladas comenzaron a implementar, a través de sus estados, una serie de medidas de intervención inéditas hasta ese momento. El resorte que impulsó este movimiento fue el temor de que la desocupación desembocara en la revolución social, en ese momento patentizada en el “socialismo real” implementado en la URSS. Conviene recordar, al mismo tiempo, que este fenómeno de latencia revolucionaria fue a su vez el promotor del crecimiento del fascismo en Italia y en Alemania.

En la Argentina, estos fenómenos externos tuvieron su reflejo en el primer golpe militar encabezado por un sector del entonces joven y variopinto nacionalismo vernáculo; primer paso hacia el período histórico que luego alguien llamó “década infame”. Fue también producto de esos acontecimientos internacionales el comienzo de una nueva etapa intervencionista por parte del estado nacional para proteger a sectores tradicionales de la economía local de la brusca caída del comercio y de los flujos financieros internacionales[1]. El paradigma de que la Argentina podía desarrollarse a partir del impulso de la demanda externa de la producción primaria perdió vigencia por la fuerza de las circunstancias.

A partir de estos hechos, la intervención estatal en el sector energético se intensificó progresivamente hasta prácticamente dominar todo el espectro de sus actividades (producción, transporte y comercialización de petróleo, gas, energía nuclear, hidroenergía y electricidad), y al mismo tiempo se configuró un sistema que tendía a centralizar, a nivel nacional, la planificación y la financiación de su expansión.

Este proceso mantuvo su vigencia hasta los últimos años de la década del 80 del siglo pasado, cuándo la Argentina hizo el movimiento inverso, de nuevo en consonancia con un cambio de paradigma a nivel internacional. Este movimiento, favorecido por un conjunto de factores internos y ejecutado por un gobierno encabezado por un partido de tradición popular democráticamente elegido, implicó una reforma económica profunda y de gran alcance que abarcó también al sector energético.

En ese nuevo contexto, la idea de planificar centralizadamente el sector energético perdió total sustento, y hasta la palabra fue eliminada del lenguaje oficial. Para reemplazarla, se usó un eufemismo (“prospectiva”) que en la práctica estaba vacío de contenido. Esa tarea, junto con la financiación de las nuevas inversiones, se delegó en las ex empresas estatales, entonces privatizadas en forma urgente como unidades de negocio, y transferidas al capital local o foráneo, prácticamente sin ningún tipo de discriminación.

La reforma económica llevada a cabo, junto con la aplicación de un régimen de convertibilidad cambiaria, fue parte del sustento material de la apertura de la Argentina al mundo de manera incondicional, y de la evaporación de ideas sobre el rol del estado que habían sido preservadas durante muchos años como objetos de culto por la sociedad y casi todos los partidos políticos.

El nuevo paradigma, de súbita pertenencia al primer mundo, fue sostenido hasta su agotamiento por los actores sociales de mayor gravitación, cuando la crisis social, económica y política del 2001 puso fin a la ilusión de una manera dolorosa y traumática, evidenciando en la superficie de nuestra geografía social fenómenos cuya manifestación perdura actualmente, agravados en ciertos aspectos.

Esta interpretación general del período genéricamente denominado “años 90”, en el cual se produjo un profundo y rápido cambio institucional, económico y político del sistema energético, no estaría completo sin un análisis sobre las causas internas (incluyendo las intrasectoriales) que lo impulsaron. Este capítulo, que no puede ser abordado aquí por razones de espacio, es una deuda pendiente de los estudiosos del sector y, sin duda, debería integrar parte del diagnóstico que fundamente el enfoque de la planificación a adoptar en el futuro[2].

No es fácil describir la situación sectorial actual; quizás la expresión más fácilmente disponible es “situación de transición”[3]. Imaginamos que se trata de una transición entre un sistema centrado en el mercado a un sistema que combine, de forma novedosa, la actuación de la esfera pública con la de la esfera privada, articulando la relación entre los actores con reglas y mecanismos transparentes, equitativos y eficaces de funcionamiento y de financiamiento de las actividades de producción, transporte y distribución de bienes y servicios energéticos.

En este punto podemos preguntarnos si están dadas las condiciones sociales, políticas y económicas para llevar adelante un proceso de planificación sectorial. No es fácil responder a ese interrogante con un argumento contundente que no deje lugar a dudas.

Por ello proponemos impulsar una indagación en tres planos: la conveniencia y necesidad de la planificación energética en la Argentina, las posibilidades de llevarla adelante, y el tipo de planificación más adecuado a las actuales circunstancias.

No es nuestra intención, en esta oportunidad, profundizar el análisis de cada uno de estos planos, pero sí queremos plantear algunos hechos y reflexiones con relación a cada uno de ellos, que pueden servir para guiar la indagación propuesta.

Respecto a la conveniencia y necesidad de la planificación energética, lo primero y fundamental que se debe tomar en cuenta, es que la mayoría de los países practican algún tipo de intervención y/o planificación estatal del sector. Si bien en algunos de ellos, en los últimos años, se incrementó la participación de la actividad privada, el estado sigue presente con fuertes regulaciones y/o influencia política sobre la conducción de las empresas más estratégicas en materia energética. El motivo de esta presencia es evidente: la importancia creciente de disponer de un abastecimiento energético seguro para sostener el desarrollo económico y el bienestar de la sociedad nacional, en un mundo competitivo que parece amenazado por la escasez de recursos naturales y los gases efecto invernadero producidos por el incremento de la actividad antropogénica.

Respecto a la posibilidad de implementar un sistema de planeamiento eficaz, se requiere la consideración de varios aspectos. Por una lado, el Estado Argentino sufre, desde hace varios años, un progresivo deterioro en varios niveles: laboral, equipamiento técnico, información estadística, infraestructura, mecanismos de financiamiento y de asignación de recursos, etc. Para subsanar estas falencias sería necesario mejorar las condiciones actuales dotando al estado de más y mejores capacidades, lo que no implica un “estado mas grande”, sino un “estado más eficiente”.

Por otro lado, las condiciones sociales e institucionales han cambiado significativamente en los últimos años. Entre otras transformaciones, la sociedad actual es más plural y diversa que antes de la reforma (multiplicación de intereses), y ha surgido una inédita preocupación por el cuidado del ambiente, como resultado de una percepción más clara de la finitud de los recursos naturales, y por lo tanto de la posibilidad de su agotamiento. Además, lo medios de comunicación masivos (incluido Internet) condicionan fuertemente las preferencias individuales, y los métodos de conocimiento y aprendizaje de las nuevas generaciones.

A nivel económico, existe una considerable presencia de actores que definen sus estrategias de producción y comercialización en función de parámetros mundiales, más allá de la frontera nacional, en parte como consecuencia del avance vertiginoso de nuevas tecnologías.

En lo político, se ha perdido el alineamiento automático del electorado a los partidos tradicionales y sus programas que hoy son prácticamente inexistentes. Asimismo, la modificación constitucional de 1994 tiende a devolver a las provincias, y también a la sociedad, atribuciones que entre los años 1930 y 1980 se concentraron en el estado nacional con el objetivo de impulsar un proceso de desarrollo con mayor integración social y autonomía respecto a los condicionamientos externos.

A nivel mundial, se evidencia una tendencia a la configuración de bloques regionales para impulsar políticas internacionales, y defender intereses nacionales con más solvencia. A nivel latinoamericano, se han robustecido iniciativas para avanzar en un proceso de integración regional y subregional, con el liderazgo de países que priorizan en sus agendas políticas objetivos de largo plazo y una activa participación global en la discusión de temas que consideran estratégicos para su futuro mediato[4].

En este nuevo contexto, cuyos rasgos centrales tratamos de sintetizar precedentemente, es necesario reflexionar acerca del tipo de planificación aplicable a las actuales circunstancias. Esa reflexión también se torna necesaria porque probablemente surja, en primera instancia, una tendencia a repetir conceptos y esquemas anteriores, producto de la discontinuidad de la práctica de la planificación, la escasez de especialistas, y las debilidades institucionales antes enunciadas. Seguramente en este campo se produjo una pérdida de capital social que es necesario recuperar y actualizar[5].

En este plano del análisis, el enfoque propuesto contiene elementos novedosos respecto a la práctica tradicional de planificación previa a los años 90, fundamentalmente porque las preguntas que se deben responder en la actualidad son más numerosas y complejas que en el pasado.

Hoy, las primeras preguntas claves que los planificadores deben abordar están relacionadas con la demanda energética. Ya no es válido planificar suponiendo que el consumo agregado de la energía crece según una relación estimada con respecto a la variación esperada del PBI. Se necesita de otros aportes interdisciplinarios, entre los cuales figuran estudios socioeconómicos detallados de los consumos energéticos de cada sector y actividad, del grado de eficiencia de dichos consumos, y de la probable evolución de los hábitos de consumo y de las tecnologías de producción y usos energéticos.

La Argentina registra en su historia de consumos energéticos comportamientos aberrantes, ya que en varios períodos la demanda aumentó más que el PBI, e incluso creció cuando la actividad económica se contrajo. La mayoría de los países que han implementado políticas de conservación y eficiencia energética –que ya son muchos- tienen tasas de crecimiento del consumo energético con variaciones proporcionalmente menores que el aumento del PBI. El diagnóstico de la situación actual de la Argentina nos indica que indefectiblemente se debe adoptar, en el más breve plazo posible, ese tipo de conducta; y para ello es necesario efectuar políticas públicas enérgicas y de amplio alcance, por la cantidad de actores e intereses en juego y la necesidad de cambiar hábitos culturales sostenidos en la creencia de que la Argentina tiene recursos ilimitados, y en la ausencia de sanciones sociales y legales a la ineficiencia y el derroche en su producción, transporte y consumo[6].

Desde la perspectiva de la oferta energética futura, también es necesario introducir en los análisis variables antes no consideradas o tratadas en un nivel de poca relevancia. Hoy no es suficiente definir un elenco de emprendimientos energéticos para sostener una demanda esperada. El rango, diversidad, localización y certidumbre de proyectos a tener en cuenta es amplio y complejo; el cálculo de su costo y rentabilidad -privada y social- debe ser medida y analizada con métodos apropiados; y su financiamiento requiere de propuestas creativas teniendo en cuenta, en especial, que su asignación se define en un terreno en el cual compiten múltiples necesidades sociales.

Un capítulo aparte merece el tratamiento de los temas ambientales y de cambio climático. Estas cuestiones inciden en la resolución de la problemática energética, y su ámbito de discusión y decisión está instalado, centralmente, en el orden internacional. La Argentina tiene un retraso significativo en la institucionalización del estudio de estos temas que exceden al sector energético, pero que no pueden dejar de ser considerados en los análisis y propuestas de la planificación.

En cuanto a los actores del proceso de planificación energética, es necesario asumir que el estado no tiene la capacidad de conocer, por sí mismo, las expectativas, intereses, y necesidades de todos y cada uno de los involucrados en la actividad del sector. Por ello la planificación debe tener un importante e inteligente contenido de participación en su desarrollo y ejecución. Para ello se requieren metodologías y técnicas que acerquen a la mesa de trabajo de los planificadores la mejor información sobre la calidad y cantidad de las preferencias y acciones de los actores en juego. Hay varias herramientas disponibles y en uso que sirven para ese fin. Una, instalada en la Argentina desde hace varios años, pero que todavía tiene que ser perfeccionada en varios aspectos, es la audiencia pública.

Esta idea de participación excluye la posibilidad de que la planificación sea exclusivamente mandatoria o normativa, -en el sentido de que todos los actores tienen que cumplir con lo prescripto en el plan-, y un acto unilateral del estado que culmina con un “libro plan”. Lo que estamos visualizando para el futuro es la implementación de un mecanismo permanente y flexible que formule objetivos, metas, estrategias y medidas públicas específicas, legitimadas por el reconocimiento de los actores a los cuáles comprende, y revisadas –y adaptadas, si es necesario- en forma sistemática, y con las herramientas apropiadas. Para ello es indispensable contar con abundante información de la mejor calidad, administrada mediante sistemas informáticos modernos.

En este aspecto también hay que tomar en cuenta que la problemática energética es transversal a todos los sectores y actividades económicas, lo que requiere elaborar, con la participación de las instituciones públicas y privadas, un diagnóstico de la situación actual, y una apreciación del futuro de cada uno de ellos. Esto conduce a la necesidad de que el planeamiento esté sustentado en un sólido esquema institucional basado en normas legítimamente instituidas, en el cual el estado es el primero que tiene que internalizar los requisitos básicos para asegurar su viabilidad y eficacia.

Finalmente deseamos enfatizar que, en el trasfondo de este enfoque de la planificación, se asume la existencia de una sociedad democrática y republicana, en la cual funcionan mecanismos de representación legítimos, a través de los cuáles la sociedad expresa sus preferencias básicas respecto al país deseado para el futuro. Es en la esfera política dónde se deben tomar las decisiones centrales que guiarán la planificación del sector y su ejecución. Y para ello se necesita construir, como condición necesaria pero no suficiente, una sólida base técnica que sustente las propuestas alternativas a ser consideradas y seleccionadas en el campo de la política.

[1] Propuestas de una mayor intervención pública en actividades energéticas, en esos momentos consideradas de exclusiva competencia del sector privado se venían realizando, por actores individuales y en diferentes ámbitos, desde principios del siglo XX. Véase “Política y Servicios Públicos: el caso del servicio de electricidad de la ciudad de Buenos Aires”, desde sus orígenes (1887) hasta su estatización. Guillermo Genta. Tesis de Maestría en Sociología y Ciencia Política. Flacso. 2007.
[2] Un antecedente a considerar para este estudio son los informes, elaborados en el ámbito de la Unidad de Renegociación de Contratos de Servicios Públicos (UNIREN), sobre el grado de cumplimiento de los contratos de concesión de distribución y transporte de energía eléctrica y gas natural. Ver: www.uniren.gov.ar/energía_electrica/inf_cumplim_contratos_elect.pdf y www.uniren.gov.ar/energía_gas/inf_cumplim_contratos_gas.pdf
[3] Debe recordarse que todavía está en vigencia, después de sucesivas prorrogas, la ley de emergencia dictada en el año 2002.
[4] Entre las iniciativas regionales y subregionales más importantes están el MERCOSUR (Mercado Común del Sur), la CAN (Comunidad Andina), la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas), y el acuerdo bilateral firmado entre los presidentes de Argentina y Brasil en febrero de 2008.
[5] Esta consideración debe ser matizada dado que existen estudios sectoriales en los cuáles se comparan proyectos planeados con los efectivamente realizados antes de las reformas económicas concluyendo, con fundamentos empíricos, que el sistema de planeamiento aplicado en ese entonces era ineficaz e ineficiente.
[6] En este sentido un primer paso institucional destacable es el Decreto Nº 140/2007: Programa Nacional de Uso Racional y Eficiente de la Energía

domingo, 19 de abril de 2009

La Argentina no silenciosa

PEQUEÑOS PERSONAJES DE UN PAIS DE MEMORIA FRAGIL. En nuestra sociedad, como en todas, conviven personas de distintas calidades humanas, independientemente de su pertenencia a grupo, sector o clase social. Pero hay algunas características de la nuestra acerca de las cuáles existe cierto consenso (la facilidad de olvidar el pasado y la ausencia de sanciones sociales que penen conductas dañinas), y que permiten, y probablemente fomenten, la existencia de “pequeños personajes” como los aquí referidos. Decimos pequeños personajes para distinguirlos de los ciudadanos comunes que, haciendo su trabajo en forma honrada y rutinaria, evidencian la existencia de la nación, y de los personajes destacables que, entregando generosamente un parte de su vida a la cuestión pública, con sus ideas, sus acciones, su honradez, conducta de apertura y dialogo nos hacen un bien, y significan una esperanza de que las cosas pueden mejorar. Para tomar un ejemplo de actualidad, Raúl Alfonsín sin duda podría ser fácilmente ubicado en esta última categoría.
Esta perspectiva nos puede permitir observar un episodio en el cual quizás podemos apreciar la existencia y persistencia de estos pequeños personajes. Ocho de los catorce ex Secretarios de Energía de la Nación desde el advenimiento de la democracia en 1983, le han solicitado, mediante una carta, una audiencia a la Presidenta, con el objetivo de explicarle su visión acerca de las medidas necesarias para mejorar el funcionamiento del sector energético argentino. Uno, enseguida, podría pensar: qué bueno que alguien diga a las autoridades las cosas que hay que hacer para que el país solucione uno de los graves problemas que tiene. Sin embargo, al recorrer la lista de los firmantes rápidamente sufre una desilusión. La mayoría de ellos, sino todos, fueron actores pasivos, sino activos, del deterioro progresivo del sector energético argentino. Casi con certeza, ninguno de ellos podría “tirar la primera piedra” porque esté libre de culpa. Alguno ni siquiera llegó a estar un mes en el cargo. Eso sí, parece que todos ellos tienen hoy algo en común, justo en este momento; el sentimiento de que poseen una verdad que merece y debe ser conocida por la Presidenta y por el país entero; y, seguramente no descartan, por el exterior.
Uno también podría pensar que estos personajes vienen reuniendo, y financiando de sus bolsillos desde hace tiempo, equipos técnicos que estudian nuestra realidad energética en forma sistemática, y producen fundados documentos acerca de ella y de su futuro. Sin embargo, conociendo un poco el sector y su historia, pronto nos damos cuenta que estos personajes, de frágil memoria, no han producido, ni individualmente ni en conjunto, ningún trabajo valioso sobre la situación actual y futura de la energía en la Argentina. Algunos han afirmado, sin demostrar como la importancia del asunto amerita, cosas que el sentido común sugiere; y, además, cuándo nos detenemos un instante a recordar, con buena memoria, el pasado de algunos de ellos, pronto podemos advertir que cuándo estuvieron en el ejercicio del cargo hicieron, en muchos casos, lo contrario de lo que ahora pretender enseñar.
No todos tenemos ni queremos tener frágil memoria. Esperemos que estos pequeños hombres recapaciten íntimamente, y sería mucho más saludable públicamente, sobre sus propios errores; seguramente se harán asimismo, y al país entero, un bien más importante que el que podrían hacer diciendo ahora públicamente –y si es posible ante las cámaras de TV- cómo se deben solucionar los problemas que, en su momento, ellos no supieron, no pudieron o no quisieron solucionar.
Alguien que lea estas líneas a la ligera podrá pensar que con lo expresado se argumenta a favor del gobierno. Al que piense así le digo que no se trata de estar a favor o en contra del gobierno; en este caso esa es una cuestión de segundo orden. De lo que se trata es de evidenciar que, detrás de hechos vestidos con palabras y gestos “patrióticos”, hay debilidades más profundas que nos afectan a todos: el olvido con facilidad de hechos significativos de nuestra historia, y la ausencia de sanciones sociales para conductas que nos producen un daño.Esta reflexión apunta a hacer (me) consciente hábitos y costumbres que sería deseable cambiar, para no repetir errores del pasado.

La Argentina silenciosa I

Existe un grupo grande de argentina/os silenciosa/os que hacen lo que deben hacer para ganarse honesta y rutinariamente su sustento. Por ella/os existe una nación.

Y también hay un conjunto de ciudadana/os que van un poco más allá de sus deberes y empeñan cotidianamente una parte importante de sus vidas para que las cosas mejoren en los diversos campos de su quehacer: la salud, la educación, la política, la religión, la empresa, el gremio, los medios de comunicación, etc. Por ella/os existe la esperanza.

En el ámbito de la salud pública hay que destacar un ejemplo que nos demuestra porqué todavía somos una nación y porqué existe la esperanza de un futuro mejor.

En el año 2007, cuando no encontraba en mi servicio social privado la respuesta a un problema en la boca que resultó mas serio que los que esperaba, mi médico clínico de confianza me orientó a la Facultad de Odontología- Cátedra de Estomatología. Allí me atendieron con dedicación y respeto, y finalmente me dieron el diagnóstico que necesitaba. La solución a mi problema, por consejo de los mismos profesionales de la cátedra, la encontré en el servicio de Estomatología del Hospital Municipal Maria Curie, en Parque Centenario. Con un trabajo muy serio y artesanal, un grupo de estomatólogos y oncólogo especializados me curaron de una enfermedad que los cirujanos de mi servicio privado me habían propuesto abordar de manera drástica y probablemente traumática, reemplazando parte de mi paladar afectado por un tumor, por hueso extraído de otra parte de mi cuerpo, por medio de una compleja y seguramente costosa operación. A medida que fui superando los momentos iniciales de mi enfermedad, de mucha tensión y angustia para mí y mi familia, mandé sendas notas a los servicios de Estomatología de la Facultad de Odontología, primero, y luego del Hospital Maria Curie, dejando expreso reconocimiento a la dedicación y labor realizada, y a la contención recibida.

Ahora -marzo 2009- que el síntoma reaparece, seguramente porque no le presto la debida atención a mi salud sumergido en un quehacer cotidiano quizás excesivamente intenso, encuentro el mismo nivel de excelencia en la respuesta que mi problema necesita. Por eso deseo hacer público el trabajo de este grupo de mujeres y hombres que con su labor cotidiana, silenciosa y comprometida nos confirman que la nación Argentina existe, y que podemos tener la esperanza que las cosas mejorarán.